Perspectivas
de una cita inconclusa
Por: Virginia Moya Moya
Memoria de una cita inconclusa posee la capacidad de transformarse en una vertiente de recuerdos
para cada hombre que quiera evocar el sur, para cada mujer que quiera
identificarse con el complicado devenir de la vida, para cada lector que quiera
empaparse de la magia de una letra sugerente, de una letra organizada con el alma
de los espíritus que configuran el sur de Chile.
Memoria de una cita inconclusa debe ser editado por su innegable calidad literaria, estructural y
semánticamente hablando, es una fuente de acercamiento a la enmarañada
identidad femenina, a la complejidad de las relaciones de pareja, además de ser
una detallada caracterización de las familias de aparente machismo, que en el
seno de cada hogar se entregan al reinado matriarcal.
Analizada desde
una perspectiva hermenéutica se observa, a lo largo de la trilogía considerada
dentro de esta memoria, una visión del territorio que se desprende de la
lectura de estas páginas, se observan descripciones físicas y emocionales que
configuran los rasgos definitorios del sur de Chile, que influyen en la
organización, formación y crecimiento de las identidades de cada habitante de
esta región. De acuerdo a lo anterior, se recomienda la lectura de esta
trilogía no sólo para aquellos que pretendan acercarse a la identidad
territorial de los habitantes- principalmente femenina- del sur de Chile, sino
también para aquellos que quieran reconocerse en estas páginas, en estas
atractivas descripciones que nos trasladan por medio de la lectura a los
múltiples espacios que configuran nuestro sur.
Estructuralmente
hablando nos encontramos ante una gran exposición de formas literarias que se
mezclan para darle perfecta estructura a cada pieza de esta obra. Desde la
fluida prosa de Mis primeros años
podemos observar que la forma de narrar, la forma de dividir cada etapa de la
vida de la protagonista a través de imágenes, configuran no sólo la historia,
sino que el proceso de lectura, se le otorga tal naturalidad a la redacción y
exposición de acontecimientos que es imposible no dejar de leer hasta conocer
el desenlace y las reflexiones finales. Una
bruja emplumada en el tzolkin, con su relato in extrema res, nos conduce a
través de la narración a buscar quién es el personaje inicial, a buscar la
razón por la que la vemos situada en una internación hospitalaria y en un
estado anímico de tales características; la superposición de tiempos y
espacios, la utilización del montaje para dar cuenta de la interacción del
personaje con su “Príncipe”, configuran la narración de tal forma que le dan
continuidad y orden lógico al relato, invitándonos a reorganizar sus piezas y
las historias de cada personaje. Por último, Conjuros se organiza a partir de diversas voces narrativas que nos
entregan una perspectiva diferente para conocer el aura femenina que no sólo ha
experimentado la dicha de ser mujer, sino también las trabas que esto acarrea.
Dentro de una
visión de género, de la construcción de la identidad femenina, presente en esta
Memoria, podemos observar su
relevancia en el tema de la resignificación de la categoría de mujer que se ha
puesto en énfasis en los estudios de género de los últimos años. Tal como menciona Sonia Montecino en uno de
sus estudios sobre género, la identidad femenina estará configurada no tan sólo
como una “subordinada” al patriarcado, sino que la relación entre hombre y
mujer “podrá ser de igualdad, complementariedad o desigualdad, según sean las
jerarquías sociales, la participación económica y las simbolizaciones emergidas
de cada grupo[1]”. La
perspectiva que se nos presenta está imbricada dentro de los límites
territoriales del sur del país, dentro de estas instituciones familiares de
tradiciones machistas que limitan la vida y el desarrollo de la mujer como
individuo libre y responsable de sus propias decisiones. Es posible, entonces, configurar
una identidad femenina a lo largo del texto como resultado de las
características instituciones tradicionales del territorio sureño, que en este
caso sí subordinan a la mujer al sometimiento de las reglas patriarcales fuera
del hogar, pues dentro de él existe un matriarcado de orden interno (dentro de
los límites de la casa familiar). De esta manera, adquiere relevancia la
lectura crítica de las páginas de esta trilogía pues el concepto de lo
femenino, como identidad, está siendo revalorizado culturalmente en nuevos
contextos de análisis.
Ahora, en
palabras de la célebre Simone de Beauvoir, las mujeres somos una clase
diferenciada, sometida porque
“No siempre ha habido proletarios, pero siempre ha
habido mujeres; éstas lo son por su estructura fisiológica; por lejano que sea
el tiempo al cual nos remontamos, han estado siempre subordinadas al hombre: su
dependencia no es consecuencia de un acontecimiento, o de un devenir, no es
algo que ha llegado […] Una situación que se ha creado a través del tiempo
puede deshacerse en un tiempo posterior.”[2]
Es así, como esta Memoria de una cita inconclusa es una poderosa herramienta de
denuncia, de apertura y acercamiento a la realidad femenina que se transforma
en arma de cambio, de metamorfosis a una nueva perspectiva de género.
[1] Montecino, S. De la mujer al
género: implicancias académicas y teóricas. Extraído de http://www.archivochile.cl/Mov_sociales/mov_mujeres/doc_gen_cl/MSdocgencl0013.pdf
[2] Beauvoir, S. El segundo sexo.
Los hechos y los mitos. Editorial Siglo Veinte, Buenos Aires 1972.
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